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Channel: Perras – En busca de una segunda oportunidad
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Evitemos que estas fiestas haya más juguetes rotos de los que sienten y padecen

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nalaJuguetes rotos es un artículo escrito por Conchi Far y revisado y editado por Manuel Romero para la revista que periódicamente publica la Plataforma N.A.L.A. de manera gratuita y que os recomiendo si os interesan los contenidos animalistas.

En N.A.L.A. me han permitido amablemente reproducir este contenido en el blog, un contenido que es especialmente apropiado en estas fechas. Ojalá llegue el año en el que la Navidad no suponga que en las semanas y meses posteriores haya miles de juguetes rotos, el tipo de juguetes que sienten y padencen. No hablo solo de perros y gatos, también de todo tipo de animales de compañía que en estas fechas se convierten en regalos con fecha de caducidad.

Aprovecho de paso para recomendaros la lectura íntegra de todos sus números. Aquí se puede descargar la revista completa en PDF.

El artículo viene acompañado de cinco animales, perros y gatos, que esperan un hogar en esa protectora. El contacto para adoptarlos es contacto@plataformanala.org

Davor fue un juguete roto, es un perrito de 10 meses que nos adoptaron de cachorro y ahora nos dice su familia con un niño, que se separan y ninguno quiere hacerse cargo de él.

Davor fue un juguete roto, es un perrito de 10 meses que nos adoptaron de cachorro y ahora nos dice su familia con un niño, que se separan y ninguno quiere hacerse cargo de él.

Se acerca la Navidad, y sin entrar a valorarla en su alcance, sí que se puede decir que son las fechas más propicias para hacer y recibir regalos. Ir a una tienda de animales puede ser una fiesta para un niño. En ellas hay todo tipo de animales y unos preciosos cachorritos de perro o de gato que son tan parecidos a peluches que un niño no puede evitar sentir ganas de jugar con ellos.

“Te lo compraré, pero lo has de cuidar” – le dice una madre a su hijo mientras éste le pide insistentemente que le compre aquel cachorro que tras un cristal lo mira con tristeza y con la esperanza de poder ir a un hogar.

“Sí, sí” – responde el niño sin ser consciente, como es normal, el peso y la importancia que aquellas palabras tienen. Pero para él, no es más que un juguete, vivo, sí, pero un juguete más con el que poder jugar.

Pero pronto la situación cambia. El drama para el animal comienza cuando el niño se cansa o se aburre de su nuevo “juguete”. Es entonces, cuando los padres, ocupados en los quehaceres del día a día, se ven obligados a atender todas las necesidades del animal y que el niño ya no cumple.

Donde antes había alegría, calor y amor ahora el animal se siente solo, siendo más un estorbo que un miembro de la familia. De su familia a la que tanto quiere.

A partir de aquí, el “juguete”, el “peluche”, el “animalito gracioso”, se convierte en un engorro, en una molestia y en algo de lo que hay que deshacerse cuanto antes.

 Nina es otra gatita tricolor, de la cual se deshizo su familia porque se volvían a su país. La dejaron abanadonada a su suerte, y no procuraron ni tan siquiera dejarla en buenas manos.


Nina es otra gatita tricolor, de la cual se deshizo su familia porque se volvían a su país. La dejaron abanadonada a su suerte, y no procuraron ni tan siquiera dejarla en buenas manos.

Y esa, muy resumida, es la cruda realidad de los “juguetes rotos”. Animales que no pueden llegar a comprender como esa familia en la que confiaban dejan de ser cuidadosos y cariñosos. Y, en el peor de los casos, son abandonados a su suerte, bien a las afueras a merced de los elementos o bien en las frías calles de las ciudades.

El abandono animal es una lacra, una forma de maltrato más. Existen frases muy trilladas, como “abandonarlos es matarlos”, pero no por eso dejan de tener sentido.

Reflexionemos, hagamos un recorrido desde el principio, por ejemplo, desde los criaderos y las tiendas de animales. Éstas podrían considerarse formas de explotación, ya que convierten a seres vivos en objetos de comercio.

Existen casos incluso de establecimientos que venden animales enfermos, o que antes de llegar al escaparate han pasado por un traslado atroz. Después, ya en el local, pasan días detrás de unos cristales, como retratos en una exposición, ilusionándose cada vez que un humano se acerca y les hace cualquier demostración de afecto. Ellos, los animales, tan sólo creen que van a ser rescatados de su cárcel de cristal y lo agradecen moviendo el rabito o acercándose al frío cristal, en un intento vano de sentir el calor de la mano que se encuentra al otro lado.

Con suerte, al menos en principio, son comprados y llevados a una casa donde parece que van a tener el calor de un hogar y el cariño de los que serán su familia, su manada.

 Canela es una cachorrona de mestiza de Galgo, recogida también de la calle, muy desconfiada al principio, y costó mucho cogerla. Ya confía un poco más en las personas y convive con 2 perros con los que se lleva más que genial.


Canela es una cachorrona de mestiza de Galgo, recogida también de la calle, muy desconfiada al principio, y costó mucho cogerla. Ya confía un poco más en las personas y convive con 2 perros con los que se lleva más que genial.

Pero cuando el pequeño o la pequeña de la casa se cansa, o cualquiera de la familia considera que “el chucho es un estorbo“ se masca la tragedia del abandono.

Por supuesto, ni que decir tiene, con todo esto no se quiere decir que todas las personas sean seres malvados, primero comprando y después maltratando o incluso abandonado. Pero sí es cierto que muchas veces se dan muchas veces y suele ser por desconocimiento o irresponsabilidad a la hora de entender que se trata de un ser vivo.

No hay que olvidar que ellos sienten y padecen del mismo modo que lo hacemos nosotros. No es sólo un animal, es, ni más ni menos, que una vida.

Esa actitud, la de conceptuar a los animales como objetos al servicio del ser humano, en este caso para jugar y cansarse de ellos cuando dejan de ser “graciosos”, es la que debería ser eliminada y replantear las ideas estereotipadas. Se debe hacer un ejercicio de responsabilidad correcto, sincero y completo.
Y no es una exageración cuando se convierte el abandono en un drama. Lo es en toda su extensión. Abandonar a un ser vivo que deposita en nosotros su confianza y amor es como abandonar un trocito de nosotros mismos.

Nora es una gatita que rescatamos de cachorra junto a otro hermanito pero ella por ser tricolor no tuvo la misma suerte que su hermano y ya tiene 8 meses y va creciendo sin tener oportunidad.

Nora es una gatita que rescatamos de cachorra junto a otro hermanito pero ella por ser tricolor no tuvo la misma suerte que su hermano y ya tiene 8 meses y va creciendo sin tener oportunidad.

La responsabilidad, una cualidad tan deseable como la educación y el respeto, se podría entender como una obligación moral de reparar un error cometido, o en la habilidad de medir las consecuencias de una actuación. ¿Qué responsabilidad se puede atribuir, entonces, a alguien que se “apropia” de una vida, comprándola, que no sabe valerse por sí misma?

Es necesario educar a los menores en esa responsabilidad, en que se sepa asumir y entender lo que significa “hacerse cargo de un animal”. Que tener un animal en casa es, a todos los efectos, tener un miembro más de la familia y no sólo cuando se nos antoja o nos parece “gracioso”. Se debe enseñar el respeto a la Naturaleza en toda su extensión, aunque vivamos en una gran ciudad de acero y asfalto. Hay que educar y educarse para tener claro que un animal no es un objeto de adorno ni un juguete. Es un ser que es capaz de sentir tristeza y echar de menos a aquel humano a quien le dio todo su cariño.

Es tan sencillo como pensar en la soledad, el desamparo y el abandono de un niño. Produce horror, ¿verdad? Pues del mismo modo deberíamos sentir eso mismo al ver a tantos animales viviendo esas situaciones.

En definitiva, en estas fiestas, y en cualquier otra el resto del año, no compréis animales. No son juguetes. Acogedlos o adoptadlos para darles una segunda oportunidad. Es la mejor opción. Por supuesto, no os decidáis por su color o su simpatía, hacedlo con la responsabilidad que se merecen. Serán un miembro más de la familia y pasarán el resto de su vida a vuestro lado.

Bobbo es un mestizo de labrador preciosos que recogimos con tan solo 4 meses vagabundo en la calle y muerto de miedo, ya tiene casi 2 años y por ser negro y de talla mediana-grande nadie pregunta por el. Pero su nombre hace honor a lo bueno que es.

Bobbo es un mestizo de labrador preciosos que recogimos con tan solo 4 meses vagabundo en la calle y muerto de miedo, ya tiene casi 2 años y por ser negro y de talla mediana-grande nadie pregunta por el. Pero su nombre hace honor a lo bueno que es.


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