Toda idea es buena si lo que se pretende es dar visibilidad a los invisibles, a esos animales que ven el tiempo pasar sin conocer lo que es un hogar.
Estoy convencida de que los artífices de la que es desde hace dos meses (puede que incluso más) la canción del verano verían con buenos ojos esta versión que han hecho desde la asociación madrileña Los acogidos de Lidia cantada por Mon Feijóo, con Manu Bayón a la guitarra y mucha más ayuda voluntaria: Laura, Adela y Sara, el cámara Andrés Villa, la editora Clara Romero, Paula…
Hemos puesto voz a nuestros perros más invisibles. Algunos de ellos llevan muchos años esperando una familia. Por ejemplo Tango, el negrito, lleva más de cinco años en adopción. Conchita, la mini labradora entradita en carnes, lleva dos años con nosotros, más los que pasó en el refugio…
No cabe duda de que la iniciativa ha tenido éxito, varios medios se han hecho eco ya de ella, pero lo importante es lograr que esos doce perros logren doce buenos hogares, y eso es algo que aún no ha sucedido.
Después de unos días de estar en una nube flotando por la acogida masiva del vídeo, queremos agradeceros de forma especial cómo os habéis volcado en su difusión y en darnos a conocer.
De momento ya ha habido algunas personas interesadas en tres de los acogidos. Parece poco, pero es más de lo que esperábamos cuando comenzó toda esta maravillosa “locura”. Sabemos que es mala fecha y esperamos que pronto se empiecen a ver los resultados y nuestros 27 preciosos chicos bailen Tu perrito en sus nuevos hogares.
Aprovechamos para dar la bienvenida a los nuevos seguidores de la página y para explicar, debido a que varios medios nos han anunciado como “refugio” o “protectora”, quiénes somos y la labor que desarrollamos:
Somos una asociación muy pequeñita, que es una casa en realidad: la casa de Lidia. Lidia es una persona normal, como tú y como yo. Tiene estudios universitarios, sueños, trabajo, pareja, planes, retos, hobbies, proyectos… Pero tiene una cosa que le diferencia de ti y de mí: ella con el dinero justo y con el único poder del corazón, elige no ponerse excusas para no ayudar a un animal inocente que la necesita. Si un perro requiere acogida urgente yo me digo que no puedo, que me viene mal, que el finde que viene quería irme de viaje, que esta época voy a estar muy liada con un curso de inglés al que me he apuntado, que quiero ir al gimnasio para deshacerme de ese michelín que se ha empeñado en convivir conmigo… y un largo etcétera de motivos por los que no salir de mi zona de confort. Pero Lidia tiene una sensibilidad especial y lleva dentro aún a esa niña que sueña con hacer un mundo mejor, mezclada con la fuerza de un adulto que -sin excusas- se arremanga y lo hace. Que no entiende un “peroooo”, que abre las puertas de su casa, se queda sin finde, sin curso y sin dormir si es necesario, porque sabe que algunos perros están desahuciados si no se cruzan con un ángel perruno como ella en su camino.
Pero Lidia no es rica, ni poderosa. Así que cuando todos están tumbados y felices en sus sofás, ella se marcha a cuidar humanos viejitos para poder pagar facturas. Regresará a casa ya de noche, agotada del trabajo para volver a empezar. Cuando ya todos duerman, se pondrá a coser arneses y correas para intentar encontrar la forma de ayudar más, de ayudar a más, de ayudar mejor. En realidad Lidia solo deja de cuidar cuando duerme, y existen leyendas que cuentan que, hasta en sueños, Lidia mece a los peludillos que ya partieron al último gran viaje y los mima y los cuida.
Los caprichos hace años que no rondan a Lidia. Se marcharon hartos de no tener nunca su momento, celosos de que todo fuera para los mismos de siempre.
Por desgracia su casa tiene el límite lógico de los que pueda atender bien y siempre quedan miles a los que no poder ayudar. Y eso es lo que desgarra el corazón a cualquier protectora o asociación. Que todavía queda mucho trabajo por hacer, a todos los niveles.La casa de Lidia es una casa normal, sin jaulas. Los perros viven en manada, conviven en perfecta armonía y sin estrés. La manada suele componerse de entre 20 y 30 perros, pero si pasas por su calle no oirás ladridos estruendosos, pues sus acogidos están durmiendo panza arriba al sol en los sofás que se disponen por toda la vivienda. Es un verdadero santuario. Un remanso de paz. Un oasis en mitad del árido desierto.
La manada impregna esa energía a cada recién llegado. Parecen decirle: “Bienvenido, aquí es donde te van a curar las heridas del maltrato, las que se ven y las que no. Aprenderás a no huir, aprenderás que las manos no sirven para pegar sino para mimar, que los palos no dañan sino que son juguetes, y que por fin tienes a alguien que te va a querer por primera vez en tu vida”.
La mayoría de sus acogidos provienen de Ciudad Animal. Una protectora que se encuentra en el corazón de La Mancha, en una de las peores zonas del país y que cuenta con casi 300 almas rotas. Hacen lo imposible por ellos, los cuidan, los miman, los curan, pero por mucho que hagan, llegan más y más… La mayoría en condiciones deplorables y necesitan atención especial, por lo que Lidia coge su coche corre que te corre y se trae unos cuantos más.
Para que toda esta rueda siga girando, el acogido que ya está listo debe marcharse a un hogar, para dejar su hueco a la siguiente alma rota. Y esa es la parte en la que más os necesitamos. Es indispensable que los acogidos encuentren buenas familias, y dada la saturación actual de casos en adopción, hace falta un esfuerzo extra por parte de todos nosotros para lograrlo.
Lidia hace el trabajo duro y nos queda la parte más fácil, que es ayudarla compartiendo a los guapos protagonistas de Tu perrito. ¿Nos ayudas a encontrar familias molonas para cada uno de ellos?
El contacto para adoptar a alguno de ellos es losacogidos@gmail.com
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