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Channel: Perras – En busca de una segunda oportunidad
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Un perro viejo, un perro bueno

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-Tienes la sonrisa de Bruce Willis en Luz de luna-

Intenté hacer memoria. Era un actor de acción, uno ya viejo. ¡Ya sé! El de La jungla de Cristal. Pero no era capaz de ponerle cara. Era calvo, eso sí lo tenía claro. Y no lo recordaba muy guapo. De Luz de luna ni idea. Sonaba cursi.

-No tengo ni idea de qué me estás hablando mamá-

-Una serie de televisión que ponían cuando yo tenía tu edad. Tienes la misma sonrisa de pillo que Bruce Willis. La misma que ponías a los cinco años cuando habías hecho alguna trastada o querías mis patatas fritas. Irresistible–

Suspiré resignado, solo un poquito. Cosas de madres supongo. Una mezcla entre querer subirnos la autoestima y verdaderamente creer que sus hijos son tan guapos como listos.

Probablemente en este caso es verdad que soy tan guapo como listo. Es decir, ando justo tanto en una cosa como en la otra.

-Venga, baja a Logan que dentro de poco se le va a escapar el pis. Deja de buscar excusas-

Martín cruzó una mirada con el perro, que parecía saber que estaban hablando de él. Estaba tumbado en el pasillo, justo al lado de un radiador absurdo. ¿A quién demonios se le podía ocurrir poner un radiador en medio de un pasillo? Al menos Logan le sacaba algún provecho.

-Eres tú la que pones excusas, yo me he limitado a decir que ya le bajé esta mañana-

-Tener que hacer la cena no es ninguna excusa. Y yo le he bajado durante todos los años que eras un mico y no me atrevía a dejarte salir solo a la calle. Si quieres echamos las cuentas. Así a ojo a tres paseos al día me salen más de mil paseos al año, que durante siete años en los que tú eras un enano son unos ocho mil paseos que te saco de ventaja. Toma y bájale– dijo cogiendo la correa de nailon y sacudiéndole en broma con ella.

-Ese cálculo no vale para nada, antes te repartías los paseos con papá, no los hacías todos tú– replicó él con su mejor sonrisa de Bruce Willis mientras se agachaba para ponerle la correa a Logan, que ya se había puesto en pie y sacudía la cola con su mejor sonrisa del equivalente perruno a Bruce Willis ¿Rex? ¿Rintintín? y aparentaba cinco años menos de los que realmente tenía. No había mejor tratamiento para rejuvenecer a un perro que disponerse a salir a la calle.

-Sí, y ahora contigo. Y no creía que también me vería discutiendo con mi hijo por cosas así. No seas tan adolescente, anda. Y no te olvides de la basura-

En cuanto se deshizo de la basura se colgó la correa de la muñeca y metió las manos en los bolsillos. Había bajado el móvil, las llaves y un par de bolsas para recoger sus cacas. En condiciones climatológicas menos adversas estaría metido en su teléfono, viendo alguna red social, haciendo fichajes futbolísticos imaginarios o diciendo tontadas por whatsapp. Con el frío que hacía aquella noche no se atrevía más que a jugar con la carcasa en el interior de la cazadora.

-Una vuelta rápida y a casa, ¿vale colega? Tampoco creo que a ti te apetezca andar mucho-

Logan se detuvo tranquilamente a olisquear un triste arbolillo urbano y alzó tanto la pata que casi pierde el equilibrio. Los cuartos traseros también estaban comenzando a fallarle.

Era un perro viejo y era un perro bueno. Más bueno que viejo, y eso que tenía el equivalente en años de Matusalén. Su padre se había presentado con él en casa cuando Martín iba a empezar el primer año de infantil y ahora estaba en su último año antes de comenzar la universidad. Catorce años eran muchos años en un perro de ese tamaño. Logan era un pitbull negro y blanco, uno de los grandes. No tenía ni idea de dónde lo había sacado su padre, pero sí que recordaba que su madre había puesto el grito en el cielo. No por tener un perro, que en eso estaba de acuerdo, sino por la raza. Le daba algo de miedo lo que podría pasar al juntar a un trasto de cuatro años con un animal tan potente. El miedo de su madre duró poco, Logan siempre fue un perro sociable, tranquilo y equilibrado que medía sus fuerzas de manera exquisita al jugar con él y que nunca tuvo el menor problema con otros perros. El miedo de la gente con la que se cruzaban fue otro cantar. Estaba acostumbrado a las miraditas, a ver cómo la gente se cambiaba de acera, se alejaba de ellos con sus perros o se sentaba en la mesa de la terraza más alejada de la suya. Injusto y absurdo. Más absurdo aún que poner un radiador en medio de un pasillo. Todo aquello solo había cesado cuando Logan se convirtió en el anciano que era ahora, algo pasado de peso, de andar lento, ojos nublados y rostro canoso. Algo en los perros ancianos despertaba en mucha gente la misma ternura que los cachorros.

Tal vez con la gente pasara algo parecido.

-Ahora soy yo el que estoy en esa fase en la que alguna gente se cambia de acera y se sienta lejos de mí y mis amigos– le dijo a Logan mientras abría el portal.

Subió los tres pisos por las escaleras intentando adivinar qué había para cenar en las casas de algunos de sus vecinos. Últimamente siempre tenía hambre.

Logan ascendía trabajosamente tras él, las uñas repiqueteando en las losas.

***

Esta es la primera entrega del folletín animalista que voy a ir publicando en este blog todos los viernes. Una novela por entregas con la que quiero aprender y experimentar una nueva forma de escribir, una historia con el marco de la protección animal. Continuará el próximo viernes en este mismo blog. Aquí os espero. Y si no podéis esperar ya sabéis que podéis comprar mi primera novela, Galatea, una novela de ciencia ficción solidaria con los perros y gatos abandonados, ya que la mitad de los beneficios irán destinados a ellos.

Neira es una cruce de amstaff joven, sociable y apta para una familia con niños. Está en Cantabria. Contacto: sospitbull@hotmail.es y adoptasospitbull@gmail.com


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