En mi anterior post os hablaba de que los perros pueden llegar a desarrollar su versión de la demencia senil, un deterioro cognitivo asociado a la edad avanzada. Por algún comentario en redes sociales me pareció entender que habían considerado que hacerse cargo de un animal mayor era un gran sacrificio, un acto casi heroico.
Para nada. Un perro mayor es un animal tranquilo, cuya necesidad de ejercicio es mucho menos y que se conforma con pocos paseos, que nos entrega un cariño sosegado.
Es cierto que hay que tener especial cuidado en no cansarle con largas excursiones, en tener mucho más presente que con la llegada del calor es preciso sombra e hidratación, que hay que tomarse en serio los chequeos veterinarios y que puede tocar visitarlo con más frecuencia.
Nada que no toque también con razas de moda de morro chato como los bulldogs a cualquier edad.
La perra que os traigo hoy es una podenca de diez años que se queda sin hogar. Podenco es sinónimo de salud y resistencia. Una raza tan o más maltratada que los galgos y mucho más invisible. Ayer os decía también que mi veterinario me contaba que Troya, a sus diecisiete años es “muy dura”. Mérito de ser un cruce de caza, un mérito que seguro que Maya también tiene.
Me cuentan que es una perra muy buena, muy cariñosa. Una perra que se va a ver sola y sin hogar porque la separan su humana, que ingresa en una residencia, y nadie se quiere hacer cargo de ella.
En fin…
Lo importante ahora es encontrar su segunda oportunidad. Es una perra ideal para una persona mayor (ya sabéis que un cachorro para una persona mayor nunca me ha parecido buena idea) o alguien que quiera un animal enseñado y tranquilo.
Está esterilizada, con chip y sus vacunas al día.
Contacto: Irene 670959688, iasg12@hotmail.com
