No hace mucho hablaba en una sobremesa con una amiga que acaba de adoptar una perrita sobre su experiencia con dos veterinarios. Al primero que acudió le pedía una iguala (pagar un fijo de dinero, en este caso en un periodo trimestral) a modo de seguro sanitario privado para cubrir enfermedades y accidentes del animal. Las vacunaciones no entraban. Y tampoco la esterilización, por la que quería cobrar quinientos euros. Una barbaridad.
“Con esos precios no podemos tener un perro le dije a mi marido”, me contaba ella. Menos mal que preguntaron en la protectora en la que la cogieron y les recomendaron un veterinario que, sin igualas, les cobró ciento veinte euros por la esterilización. Algo mucho más razonable.
Su historia me recordó un correo previo que me mandó un familiar con una experiencia similar.
No habíamos cambiado nunca de veterinario, lo teníamos en Villalba porque teníamos iguala, pero este año, al ver que son unos sinvergüenzas hemos decido dar de baja la iguala y no demorar mas lo que ya hacía tiempo que teníamos en mente: esterilizar a Roko.
El detonante ha sido que llevaban tres años diciéndonos que teníamos que hacerle limpieza bucal. A mí siempre me daba miedo por lo de la anestesia general pero este año después de hacerme sentir como una degenerada por tener al perro en esas condiciones, decidimos pedir el presupuesto y nos dicen que como un favor y con el descuento por lo de la iguala, la limpieza sale por cuatrocientos y pico euros. Dijimos que sí, pero al recapacitar y buscar segundas opiniones nos dimos cuenta que era un robo, como tres veces más de precio que en cualquier otra clínica. Incluso le pregunté a una amiga que es veterinaria y alucinó.
Total, que hemos decidió dejar de llevar a los perros a un sitio en el que los “profesionales” que allí ejercen anteponen las ganancias de la empresa a cualquier otra consideración.
Al llegar al de al lado de casa les comentamos todo y nos han dado presupuesto. Empezaremos con la castración y con respecto a lo de los dientes, además de ser un precio que está dentro de los que estábamos viendo, el veterinario ha dicho que tampoco lo ve demasiado urgente, que sí, que sería recomendable hacérselo pero tampoco urgentísimo.
Ya ves, me queda la cosa de pensar que con esta actitud por parte de algunas clínicas pueda existir más casos de abandonos.
Imagínate las situación: tienes un perro, te dicen que es urgentísima una operación de cuantrocientos euros, que si no se la haces vas a tener que operarle por problemas digestivos y que eso te va a costar mucho más dinero, por no hablar de lo antihigiénico y peligrosísimo que es para ti, tu marido y tu hija tener contacto con un animal que tiene la boca llena de gérmenes.
Bueno, pues si hay que hacérselo y te lo puedes permitir sacas el dinerillo de la cuenta que tienes para los imprevistos.
Ahora, una familia con recursos limitados que no son capaces ni de hacer frente a los gastos mensuales diría: “Sintiéndolo en el alma, no podemos hacer frente a esto y tampoco podemos arriesgarnos a que nos pase todo lo que nos están diciendo. Vamos a deshacernos del perro”.
¿Ves el peligro? Al menos yo lo veo así y me da muchísima rabia.
Pues sí, veo el peligro. Y sí, lo de algunos veterinarios no tiene nombre. Tendría que haber un listado, tal vez un rango, de precios recomendados para las intervenciones y tratamientos más habituales por parte de los colegios veterinarios de cada comunidad autónoma para que la gente supiera a qué atenerse. Es obvio que ellos entienden que deben dar servicio a sus colegiados, no a la ciudadanía. Me parece un error. Una cosa no tiene que estar reñida con la otra.
Si yo sé, porque el colegio de veterinarios lo tiene publicado, que el precio de la consulta oscila entre veinte y cuarenta euros y la esterilización entre ciento veinte o ciento cincuenta, si elijo ir a la súper clínica de la calle Serrano en la que tienen que pagar un alquiler desorbitado y todo vale el doble pero me reciben con té y pastas, pues ya es cosa mía.
Y se evitaría que muchos se aprovecharan de la gente y un cierto porcentaje de abandonos o desatención veterinaria.
Mientras eso no exista, la mejor opción antes de elegir clínica veterinaria es preguntar: preguntar en protectoras cercanas por clínicas recomendadas, preguntar (no sólo por precio) a la gente del barrio con perro, preguntar antes de ir con el perro en las clínicas que nos han recomendado el precio de una esterilización y una consulta. Incluso rastrear por sí acaso en internet, a ver si se dice algo de esa clínica en concreto.
Es terrible que el gobierno elevara al 21% el IVA veterinario, ya elevé mi voz por ello en su momento, hay magníficos profesionales de la salud animal, pero es una pena que haya tantos que sólo parezcan preocupados por llegar a pagar holgadamente la letra de su nuevo Mercedes.
Que sí, que es más importante su calidad que el precio cuando hablamos de la salud, pero sólo hasta cierto punto. Y no nos tiremos el pisto, que nada justifica cobrar tres veces más de lo normal por poner unas vacunas, un antibiótico o quitar unos testículos. Y si nuestro perro o gato necesita un especialista por algún problema de salud muy determinado, pues ya lo buscaremos y pagaremos lo que valga.
Eso sin votar que cualquier veterinario mínimamente consciente de la problemática animal existente facilitaría las esterilizaciones con precios razonables y no elevándolos hasta el infinito y más allá.
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Esta perrita que verse en la imagen fue abandonada bajo la lluvia en la puerta de una buena persona que no ha querido mirar a otro lado y la ha acogido. Tiene unos tres meses. Será de tamaño mediano, mestiza, es extremadamente cariñosa.
Está en Cardeña, Córdoba. Necesita con mucha urgencia un hogar definitivo o un lugar de acogida.
Contacto: 680615305