Hay perros con mala suerte, perros cuya vida transcurre por completo en el henil de una protectora sin conocer un hogar, pero creo que hay una suerte peor: tener la oportunidad de saber lo que es un hogar y luego perderlo.
Eso es exactamente lo que le ha pasado a Chusca. De los diez años que tiene, me cuentan que esta cruce de beagle lleva ocho en la Protectora de Lugo.
Lo malo no es eso, lo malo es que de en ese tiempo ha sido adoptada en tres ocasiones y en las tres ha tenido que volver a la protectora. Tres rechazos unidos al primero, el que la llevó a acabar en un centro de protección animal. Cuatro en total.
Y sin merecerlo. Me cuentan que Chusca “es una fiel compañera de sofá, siestas y mimos; ahora es muchísimo más tranquila, de hecho lo demostró hace unos meses en la televisión. La llevamos a un programa de la TVG a ver si así cautivaba el corazón de alguien, pero sólo recibimos un par de llamadas que después desaparecieron. Estuvo toda la entrevista tumbada, tranquila, ajena a todo lo que ocurría a su alrededor y el viaje en coche lo hizo también genial”.
Chusca pesa unos quince kilos, está castrada desde hace años y se ha convertido en una abuelita que merece “tener una jubilación llena de paz, amor, tranquilidad y, sobre todo, una familia”.
Contacto: voluntariosprotectora@hotmail.com